20 mayo 2009

Malditos abortistas

-Buenos días. Siéntese, por favor. Usted dirá.

-Verá, doctor, es que hace unos cuantos días que me levanto mareada, incluso vomito con frecuencia.

-¿Retraso en la menstruación?

-Pues sí, un par de semanas ya.

-¿Sensibilidad mamaria?

-¿Mama...? Sí, la verdad es que sí.

-Déjeme que le tome el pulso... Falta hacer una prueba de confirmación, pero siento decirle que todo parece indicar que usted sufre lo que se llama un "embarazo".

-¿Embarazada? ¿De un niño?

-¿Se ha estado acostando con menores?

-Quiero decir ¿en plan tener un hijo?

-O una hija. Hoy en día se ve cada caso...

-Pero si siempre lo hacemos con protección.

-¿Siempre, siempre?

-Hombre, en la parte importante sí.

-Bueno, no se preocupe, un desliz lo tiene cualquiera. Y esto ahora se cura en la mayor parte de los casos.

-¿Se cura?

-Sí, claro, la medicina ha avanzado mucho.

-La verdad es que me gustaría hablarlo con mi chico. No habíamos pensado en tener hijos, pero ahora que se presenta...

-Quite, quite, que los niños son una complicación. Se lo digo yo, que de pequeño tuve una tortuga: no vea lo que costaba sacarla a pasear y que hiciera sus cosas. Al final se murió. Además, ¿qué ha sido del "nosotras parimos, nosotras decidimos"? ¿Va a volver al yugo del hombre? ¡Machista!

-Oiga, será decisión nuestra, no suya.

-Mire que esto lo mejor es cortarlo cuanto antes. Si no es como un tumor que va creciendo y creciendo, aprovechando los recursos del huésped... como un parásito, sí. Como se descuide, tendrá que aguantar los nueve meses. Por no hablar de lo que se apalancan luego en casa. Lo del embarazo le parecería una nadería frente a un parado de treinta años que no se despega del sofá así llamen a la puerta. Se lo digo yo, que no me fui de casa hasta los cuarenta, y eso que trabajaba de médico desde los 27.

-Ya, esto...

-Y los riesgos que tiene. ¿Sabe todo lo que puede salir mal durante un embarazo? Y todo para que luego lo mismo el niño le salga tonto. O desagradecido. O lo que va usted a sufrir: dolores de espalda, antojos, dejar el alcohol y el tabaco...

-Pero si yo no fumo.

-Ya, usted es de ésas. "No fumo y quiero traer hijos al mundo"... Si no está segura de querer tener un hijo, espere. Y si acaba por decidirse, cómprese uno ya hecho. En China y en África tengo entendido que les sobran, están que los regalan. Algunos hasta dan dos por uno. Y es mucho más cómodo hecho, que ya tenga unos cuantos meses. Si sabe limpiarse el culo solo, miel sobre hojuelas. Que si no luego eso es como un mueble de Ikea, que a la vecina se lo monta su marido que es muy manitas, pero ¿por qué tiene que darse por supuesto que yo también lo soy, eh? Si no sé ni por dónde se agarra un martillo. En fin, que le voy a ir reservando hora para la intervención. Aquí tiene unos folletos sobre las bondades del aborto.

-Eh... creo que mejor voy a irme yendo.

-Ja, eso es lo que usted cree. Ja, ja, ja. Espere, creo que puedo mejorar esa risa malvada: mwajaja...argg...cof, cof. Tengo que seguir practicando.

-¿Qué me ha hecho? ¿Por qué no puedo ponerme en pie?

-¡Mwahahaha! ¿Ve qué bien esta vez? La he drogado cuando fingía tomarle el pulso. No crea que se va a ir de mi consulta con una posible futura persona dentro.

-Pero ¡será...!

-Enfermera, por favor, vaya preparando el material. Vamos a salvar a otra incauta que creía querer quedarse embarazada.

01 mayo 2009

Los viejos de hoy en día

Los viejos de hoy en día no son como los de mis tiempos. Cuando yo era viejo, vestíamos ropa normal, como el resto de las personas, nada de esos jerséis con botones, siempre con camisa, ni esas alpargatas que me llevan ahora. Por no hablar de los peinados, esos cardados imposibles que se hacen las señoras, con más volumen que el de Europe, por favor, que ya no estamos o en los ochenta; o la barba que se dejan algunos: que te tiemble el pulso no es razón para dejar de afeitarse, caballero. Es que lo hacen para llamar la atención, mírame, soy viejo y me estoy muriendo, ya he vivido todo lo que tenía que vivir y me reivindico con un aspecto estrafalario. Por favor.

¿Y qué me decís de sus modales? Esas ancianas que se plantan con sus bolsas de la compra justo en medio de la puerta del metro e intentan entrar a pesar de que hay veinte personas intentando salir por el mismo espacio, y que como se lleven el más mínimo achuchón empiezan a vociferar como si les hubieras roto la cadera. O que cuando vas a salir se te cuelan por debajo del sobaco, metiendo el codo si hace falta, como si tuvieran muchísima prisa (¡pero si no tienen nada que hacer en todo el día!) para luego andar tan despacio que hay que medir su velocidad en metros/hora. Y en el cine, que se ponen a hablar como si estuvieran en su casa, contándose a gritos el argumento, y toman caramelos envueltos en el papel más crujiente del universo.

Es que estos viejos de hoy en día no sé en que piensan, siempre para arriba y para abajo con sus viajes del IMSERSO, que dicen que son culturales y para que se entretengan, pero todos sabemos que son un picadero. Y siempre trapicheando fármacos, que si una Biodramina para el mareo, que si un Nembutal para dormir mejor: aquello es peor que un after. Sí, los ancianos de nuestros tiempos no piensan más que en follar y drogarse. Todo legal, claro, lo que parece que les da una superioridad moral para criticar a los demás si quieren hacer lo mismo. ¿Dónde ha quedado la decencia?

La verdad, con estos ancianos de hoy no sé a dónde vamos a ir a parar.